jueves, 13 de abril de 2017

El secreto budista.

El secreto budista.

 

En este mundo existen muchas dualidades. Quiero decir, no es cierto; la dualidad solo existe en nuestra mente y por eso pensamos que es real: porque la pensamos. En el mundo "real", si es que una cosa tan impensable existe, todos los opuestos están contenidos dentro de la misma experiencia.

 

Sé que esto no es algo fácil de demostrar, pero es uno de los principios básicos de la Kabbalah. Solo conseguimos darle sentido a las cosas que vemos cuando logramos encajarlas en una cómoda categoría. Entonces podemos decir que lo entendemos, porque sabemos qué palabras lo describen. Pero todos estos conceptos que nos explican el mundo cobran significado cuando los contrastamos con otras palabras, y así sucesivamente.

 

Por decirlo de la manera más simple posible, la palabra "arriba" no tendría sentido sin el concepto de "abajo". De igual forma, la palabra "abeja" cobra significado cuando podemos relacionarla con "animal", "insecto", e "hijo de &@ta que me va a picar si hago que se enoje".

 

Con ello quiero decir que las palabras son definidas por otras palabras, no por experiencias. Por eso podemos buscar idioteces como el "éxito" o la "felicidad" durante toda nuestra vida sin saber en realidad a qué nos referimos. La experiencia no tiene nada que ver con esto: podemos tener un techo, comida caliente y un smart phone -cosa que a cualquier primate en sus cinco sentidos lo tendría completamente feliz- y aún así seguiremos buscando algo que nos haga sentir realizados.

 

 

Sin embargo, cuando hablamos de la experiencia pura tenemos que tomar en cuenta que va más allá de las palabras. No quiero decir, como muchos místicos afirman, que la realidad "real" está más allá de nuestra pobre y limitada mente humana y tenemos que convertirnos en una especie de superhombres, o "iluminados", para poder percibirla.

 

Esta creencia hace que los maestros zen, cuando les preguntas cuál es la verdad o el secreto de su arte, te proporcionen un bastonazo en la cabeza: para que dejes de poner diez mil conceptos entre tu ser y la experiencia de lo que es, y te limites a disfrutar el bastonazo... quiero decir, el momento.

 

Y por esa razón yo no practico el zen ni le hago a sus maestros preguntas idiotas.

 

Pero cuando te golpean en la cabeza, esa experiencia no está dividida entre "dolor" y "placer". De hecho, no podrías decir que el placer es el "no-bastonazo" o la ausencia de dolor. Es un momento que, mientras duele, no tiene conceptos opuestos ni atributos que puedas describir.

 

Lo mismo pasa con toda la gama de experiencias humanas: no tienen sentido hasta que podemos pensar en ellas y, al analizarlas, las ponemos en palabras y podemos describir. Por eso es tan difícil hablar del amor, o describir lo que se siente estar enamorado.

 

Solo te apen€&jas y ya.

 

Esa es la esencia del secreto budista: cuando piensas, cuando interpretas, cuando deseas, entonces el mundo es un infierno de separación, porque no tienes aquello que quieres, las palabras te separan de las experiencias que analizas, y tu definición del mundo nunca va a ser igual al mundo "real".

 

 

Pero la ciencia demuestra que siempre tenemos que pensar; lo contrario se llama muerte cerebral, y los principales síntomas son afiliarse a partidos políticos corruptos, o apoyar a un mal equipo de fútbol. (Solo tu alineación política y equipo deportivos son los correctos, por supuesto).

  

Somos seres que por naturaleza desean, piensan, interpretan. Puedes intentar suprimir tu naturaleza, o admitir que quieres algo de este mundo. Y trabajar como la €&@ngada hasta lograrlo.

jueves, 7 de julio de 2016

16. La meditación no es la llave de la felicidad; el chocolate sí.

Cada uno hace las cosas de forma diferente. Esto quiere decir, en resumen, que tú haces las cosas bien y el resto de los seres humanos somos una bola de pen€&jos. 

Bueno, por supuesto que no aplica para todo mundo. 

Por ejemplo, si eres una persona católica como parte de tu identidad, entonces tú y el padre de tu congregación hacen las cosas bien; el resto de nosotros... Bueno, ya sabes lo que voy a decir.

Si te consideras a ti mismo como una persona de negocios, entonces tú y el gurú de la motivación, el coaching o el éxito financiero que sigues tienen la razón, y el resto de nosotros los mortales deberíamos aprender un par de cosas para ser felices.

Porque se dan dos fenómenos interesantes en la mayoría de los seres humanos: en primera, tenemos una figura que respetamos, admiramos, y con la cual quisiéramos tener sexo, pero el psicoanálisis ya habló mucho acerca de esto, así que yo no lo haré. 

La segunda cosa que la mayoría de las personas tenemos en común es una identidad; nos consideramos un algo muy específico, que deja fuera todo lo demás. Por ejemplo, si te consideras una persona de negocios, lo más probable es que pienses que el dinero no trae la felicidad, porque esa es la tendencia en coaching y #DesarrolloHumano, pero de todas formas trabajas como burro para ganar más.

Nadie dijo que un yate con un sauna y alberca no trajeran la felicidad.

En cambio, si piensas que eres una persona espiritual puedes concentrarte en buscar el equilibrio emocional, llenar tu vida de momentos significativos, o dejar de compararte con los demás para ser una versión mejor de ti mismo todos los días. En ese caso estás igual de jodido, porque "la iluminación" es el Ferrari del New Age.


Con todo esto quiero decir que los seres humanos estamos alejados de nuestra esencia.

Piénsalo por un momento: todo lo que buscas es porque piensas algo acerca de ti mismo, y eso te hace tener una idea del resto del mundo. Si te consideras una persona espiritual, entonces buscas lo que las demás personas espirituales están persiguiendo. Si crees que eres una persona práctica, entonces buscas una cuenta bancaria y encajar en el escalón más alto de la sociedad que puedas alcanzar.

Sin embargo, todas nuestras acciones están determinadas por una creencia que es más o menos funcional para existir en este planeta. La parte más importante que determina si tus creencias funcionan o no, es si acaso la gente que te rodea las comparte.

Porque si no, ya te chin€@ste.

Mira, no digo que las creencias sean algo bueno o malo; eso depende de si te hacen feliz o no. Solo pienso que no está bien limitarte solo porque puedes. Pero creo que nadie te había dicho esto antes: que puedes elegir no limitarte.

Verás, una identidad es algo complicado, pero se vuelve dolorosa cuando luchamos por mantenerla porque los seres humanos cambiamos todo el tiempo.


La iluminación, según dicen los orientales, es vivir como #Dory: sin memoria, reaccionando al momento. Pero ¿quién puede cumplir esas cosas, cuando Facebook te recuerda a cada rato lo que pensabas hace años?

Mejor acéptate: como eres hoy, como eras antes, acepta que puedes llegar a cambiar. Ese es #AmorDelBueno.